6.27.2013

Lo Fatal

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que de la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber a dónde vamos,
ni de dónde venimos...!
-Rubén Darío

Palabrería

A veces es mejor no tener tiempo libre; si estás ocupado, no tienes tiempo para pensar. Está bien quedar con amigos, no tener que preocuparte por los exámenes ni por la presión, poder aflojar un poco la correa; pero si estás sola, si la única distracción que tienes es la de tus pesadillas, cada pensamiento es una cuchilla que se clava en tu piel. 

Te quedas mirando la pantalla del ordenador durante horas y horas, pinchando aquí, escribiendo un poco acá... Matando el tiempo para que parezca que estás ocupada; pero no lo estás. Llevas horas aburrida, soñolienta, y llena de ese vacío que se apodera de ti cuando cae el sol. Hay música sonando, pero no la oyes; escribes risas, pero no las sientes, quieres gritar... pero no abres la boca. Dicen que en el vacío no hay materia, pero tú lo sientes muy intensamente dentro de ti, expandiéndose a cada rincón de tu alma, succionando cualquier atisbo de felicidad que encuentre, llegando hasta todos los recovecos escondidos que hay a la vista. Y duele. Puede que no esté hecho de nada, pero duele. Y, después de todo este tiempo, sigues sin saber por qué. 

Quizá sea verdad eso de que grano a grano se consigue una montaña; quizá sea ese el motivo de tu corazón sangrante, "tonterías" o pequeñeces que se han ido acumulando dentro de ti hasta ahogarte. ¿Sabéis cómo se siente, ahogarse en una misma? Posiblemente sí. Ves pasar el tiempo ante tus ojos, se te escurre de las manos; quieres retenerlo contigo, aprovechar cada segundo en que tu corazón sigue latiendo para que puedas hacer algo con él. Pero no te mueves. Ves pasar horas y horas, días y más días ante tus ojos, desde la cama, mientras tú te lamentas de estar perdiendo el tiempo y repitiendo "mañana mismo me pongo". No lo haces. Sigues en la cama, oyendo música sin escucharla, leyendo sin entender, hablando sin decir nada.

A las tres de la mañana el vacío se ha apoderado de ti, pero todavía puedes dar parte de ello. Así que, "a lo tonto", ya van cuatro párrafos de hablar sin decir nada, decenas de oraciones vacías, como tú. Pero resulta bello, en cierto modo; sentimientos de tontos, ideas de madrugada, cosas varias. Palabrería. 

6.19.2013

Total Eclipse of the Heart

A veces, cuando nos sentimos abandonados, no siempre estamos solos. A veces, aunque nos parezca que nuestros gritos de ayuda se pierden en el vacío del espacio, hay alguien que nos está escuchando. 

A veces, sólo hay que darse la vuelta. 


Nota de agradecimiento

Estimados luchadores que han intentado cambiar el mundo:

Últimamente no dejo de dar las gracias; ya sea en forma de homenaje a los muertos, a héroes anónimos, etcétera. La cuestión es que, aunque siempre me he considerado una persona relativamente agradecida/educada, nunca había sentido tanta necesidad de inmolar mi alma como ahora; creo haber descubierto por qué. 

En primer lugar, me gustaría comenzar dando las gracias a aquellas figuras a las aún no he dedicado una entrada: a los enfermos, por hacerme vivir mejor; a los eruditos, por haberme regalado un sistema de calderas y agua caliente por las noches; a los escritores, músicos y artistas, por haber hecho de mi mundo un lugar más bello, y sobre todo por haberme enseñado a transformar en amor la desdicha de la vida; a los que hicieron historia, y a los que no, por haberme traído hasta una vida en la que mi mayor preocupación es a quién dar las gracias. Gracias a todos. 

Pero, ¿por qué les doy las gracias? ¿Es acaso para reconocerles el mérito que nadie se molesta en reconocerles, o para dejar constancia de que, aunque sólo sea a mí, me importan? Puede haber muchos motivos; y sin embargo, en realidad sólo uno es verdadero, aunque no sea el más agradable de todos. Y es que "gracias" es una palabra mucho más bonita que "lo siento". Como cobarde del siglo de la diplomacia, es más políticamente correcto alabar los méritos de los demás que reconocer tus propias faltas. Si tuvieras que hacerlo en condiciones no te estarías redimiendo a ti misma de tus pecados, sino presentándote ante el Tribunal Superior del que está al mando, sea quien sea, y suplicándole que te dejara seguir viva. De hacer las cosas en condiciones, estas serían tus palabras: 

Es mi obligación pedir perdón a los enfermos, por tener el valor de sentirme miserable olvidando su condición no solicitada; a los eruditos, por haber permitido que la sociedad se perdiera en la ignorancia a pesar de habérnoslo dado todo, por no saber apreciar todo lo que tenemos; a los escritores, músicos y artistas, por haber hecho de vuestra magia un arte oscuro en el que poder regocijarme de mis desgracias, usándolo para manipular a mis seres queridos y para ocultar a mi verdadero yo; a los que hicieron historia y a los que no, por no haber sido capaz de conservar vuestro legado, por haber ignorado la experiencia y haber cometido los errores que quisisteis que evitáramos. Ruego a todos me perdonéis. 

Sé que no lo parece, pero de verdad que estoy intentando ser mejor persona; a veces me acuerdo de vosotros, cuando el dolor de mis problemas superficiales no ciega por completo mis sentidos, y reúno el coraje para ponerme en pie; gracias a la fuerza de vuestro recuerdo, que de mi atormentada alma no se ha borrado, me doy cuenta de que mis batallas no son comparables a las guerras que vosotros luchasteis porque yo hoy tuviera un techo bajo el que dormir. Así que, en resumen, os doy las gracias y os pido perdón, de todo corazón. 

Puede que vuestro recuerdo se pierda entre nuestras guerras con barcos de papel, pero os prometo que yo siempre os llevaré dentro, y me aseguraré de que mis hijos sepan vuestro nombre.

Atte:

-C.

6.17.2013

Héroes anónimos

Gracias a alguien que murió, yo vivo; respiro, amo, río, lloro, escribo estas líneas. 

Te miras la bata blanca de hospital con aire cansado; la batalla sigue adelante. Hubo un momento en el que pensabas que había llegado tu hora, unos minutos en los que perdiste la esperanza, una fracción de segundo en la que deseaste estar muerto. Pero el destino no te va a conceder ese regalo; no tan pronto. Aún te queda mucha guerra por dar.

Te han dado la noticia a corto plazo, una sentencia de muerte absuelta, una segunda oportunidad: vas a vivir. Entre tantos cientos de personas a los que la vida se les está escapando de entre los dedos, a ti, precisamente a ti, te han bendecido con la oportunidad de volver a estar nuevo. Y entonces, lejos de pensar en tu nueva vida, piensas en la persona que te la está cediendo; alguien muere para que tú vivas. "Tengo la suerte de que mi estrella haya decidido brillar sobre mí cuando me estaba tragando la oscuridad; no soy desdichado por estar enfermo, tengo suerte porque ahí fuera hay un héroe anónimo que sin que lo sepa va a morir para salvar otra vida; la mía. No voy a llorar por mí, por a llorar por él". 

Cada lágrima de gratitud que derramas sobre la bata del hospital va dirigida a todas y cada una de las personas con las que el cosmos ha decidido acabar para dar una segunda oportunidad a otras; héroes que pasan desapercibidos en la competición mundial por ver quién grita más fuerte para poder alzarse en el podio. Héroes que nunca recibirán su medalla y que, demasiado a menudo, serán olvidados una vez hayan cumplido su propósito en esta vida. ¿Tenemos cada uno una misión, entonces? ¿Será la tuya morir para dar una vida? ¿Será la del amor de tu vida? ¿O del camarero que siempre te da los buenos días cuando te ve pasar? Es mejor no saberlo.

Pero, cuando la anestesia abandona tu cuerpo, vuelves a abrir los ojos, y respiras de nuevo, juras sobre todos los días que te han regalado, por todas las experiencias, sensaciones y sentimientos que te han devuelto, que tú nunca olvidarás a tu héroe. Él siempre vivirá dentro de ti. Y tú, gracias a él. 

Así es como funciona la vida. Una persona se va, y tú, te quedas.

Para Push.

Chase The Wind

Get out of the house, I
Cover up my hair, cause
A gush of wind went by,
And blew my braid away;
I smile as I get hold of
An imaginary scent,
Taking me back to June and
To you and your rhymes as well.

If you are my wind,
And I am your thunder,
I’ll chase you until
I get hold of your kindness,
Against the tide and
Against the darkness,
I’ll live forever,
I’ll chase the wind.

They might say it’s stupid,
Will try to dismiss it,
But I won’t listen,
They just can’t feel it;
Can’t feel your whispers
Right into my ear,
Telling me you love me,
Saying “baby, I’m right here”.

If you are my wind,
And I am your thunder,
I’ll chase you until
I get hold of your kindness,
Against the tide and
Against the darkness,
I’ll live forever,
I’ll chase the wind.

The warmth of your lips,
The strength of your arms,
Holding me close,
Blowing me far;
If you were the wind I’d
Never forget you,
A summer breeze or winter collection.

If I’m your thunder and
You’ll be my wind,
We’ll live forever,
We’ll be a dream;
I’ll chase your love till
I can catch it,
I won’t give up, yeah,
I’ll chase the wind.

No esta noche

Un torrente de sentimientos lucha por salir al exterior, tu maquiavélico y masoquista subconsciente intentando ordenar a tus dedos a ponerse a trabajar sobre el ordenador y desenterrarlos todos ellos, dejar que la tinta virtual corra por el papel y deje constancia igual que lo hace la sangre sobre tu piel. Tu subconsciente es fuerte, pero hoy, quizá solamente hoy, hay algo mucho más poderoso. Así que como tu cuerpo te pide que confieses, esto es lo que escribes.

Escribes acerca del pasado, como siempre, aquel cruel lugar que te mantiene presa la mayor parte del día; hoy, en tu pasado, estás de vuelta en las Tierras Verdes, cubierta por un cielo encapotado y envuelta en un olor a algas demasiado fuerte. Has regresado al pasado en el que te abrazaba por detrás, y tú te quitabas la sudadera para cubrirle cuando se quedaba dormido en el autobús, al pasado en el que buscabas conejos entre la maleza. Era un pasado agridulce, como todo. Agrio porque sabías que se acabaría tarde o temprano, dulce porque se sentía como si fuera para siempre.

Y ahora que los sentimientos perdidos en tu interior luchar por salir al exterior, ahora que el dolor vuelve a demandar ser sentido, no quieres darle ese placer a tu subconsciente. No hoy; no el día en el que, a pesar de no ser libre todavía, te has sentido completamente en paz con el mundo; no el día en el que has vuelto a reírte a carcajadas durante lo que han podido ser tres cuartos de hora seguidos. No; hoy, no. Te has resignado a aceptar que probablemente esta herida nunca llegue a curarse del todo, que siempre volverá a acecharte en algunas pesadillas, que por muy lejos que estés, de algún modo podrás sentirte cerca.

Ya te enfrentarás a todo eso otro día. Pero hoy, no; no esta noche.

6.15.2013

La vida de los muertos

Vagando por las calles
de una oscura ciudad,
hacen ronda los muertos,
fantasmas del jamás. 

Daños colaterales
de almas en pena iguales,
vivían por el sueño roto
de dejar su huella en todo.

Mas la marca fija del asfalto
es la que crea el propio suelo,
cubriendo con olvido y lodo
lo que vieron tantos cientos.

La vida de los muertos
no es sino la de los vivos,
vagando por las mismas calles,
temiendo al negro olvido. 

Sucumbirán y nacerán imperios,
buena gente, miserables, todo aquello,
y no habrá un alma que recuerde los pecados
de los tontos que hasta en piedra los grabaron.

Y cuando los vivos mueran
seguirán siendo ellos mismos;
vagando por las calles
de la ignorancia y el olvido.

Que cuando los muertos viven,
descubren la verdad que les digo,
que no hay recuerdo tras la muerte,
que en la muerte está el olvido.

Homenaje a los transitorios

Querido lector: 
Me dirijo a ti para informarte de que he decidido escribir una entrada feliz. Es puramente ficticia, porque ahora mismo yo no soy feliz; creo que no me acerco siquiera a la definición general de Felicidad, pero estoy viva, y por eso le debo esta entrada a todos los que no lo están, fueran felices o no. Mi obligación, mi deber y mi deuda hacia las personas que ya no son personas, es dedicarles una entrada feliz que, quizá, podría haber sido parte de su historia, de haber seguido aquí. 
Atte: 
-C.

Llega un punto en el que crees que no puede mejorar; conduces de camino a su casa con tu música favorita a todo volumen y el pecho se te hincha de felicidad, accionando las mariposas de tu estómago, con cada metro que aproximas a él. Pero entonces, cuando aparece por la puerta y pone sus ojos sobre ti, el mundo se para una vez más para permitirle a tu corazón pararse con él, congelando ese instante. No sabes si él siente lo mismo, aunque siempre te dedique esa preciosa sonrisa ladeada, pero aunque no haya habido alma viviente en este mundo que haya sido capaz de explicar cómo nos enamoramos todavía, sabes que cada vez que te mira a los ojos, echa la cabeza hacia atrás y se ríe como un niño, tú te vuelves a enamorar.

Sabes que te estás muriendo; al fin y al cabo, todos lo hacemos. Cada día más, es un día menos. Pero ¿qué importa? ¿Sería en vano morir mañana mismo, sin haber podido cumplir "tus sueños", sin haber "podido dejar tu marca" en este efímero mundo? Cogida de su mano, sentados en la hierba sin hablar de nada en particular, no te lo parece. Porque quizá la esencia de la vida, su verdadero significado, no consista en hacer que el mundo te recuerde, sino en hacer del mundo algo que  quieras recordar. Y aunque sea una memoria pequeña, este instante, es uno que no cambiarías ni por la absolución de tus pecados; si tienes que ir al infierno, que sea con este recuerdo.

Te mira y te das cuenta de que te estaba hablando; te has ido por completo a tu mundo. Te disculpas, azorada, pero él sonríe y te besa en la frente. Le da igual; se ha enamorado de una soñadora con una imaginación que tiende a desbordarse en momentos poco apropiados, pero te acepta así. Tal y como eres. Y espera que tú hayas hecho lo propio; que le quieras a pesar de ser demasiado tozudo, que le perdones su falta de perspicacia, que no te importe que hable sin parar cuando tiene algo que decir. Los dos secretamente rezáis para que el otro esté dispuesto y decidido a acompañaros en los momentos de tormenta.

Pero ese no es el tipo de cosas que se dicen en una cita, sentados en el parque bajo el sol estival; predominan los cumplidos susurrados al oído, suspiros al viento, caricias y miradas furtivas. Predomina la felicidad de estar vivos y juntos, de poder tener una dimensión privada para los dos lejos de los problemas a los que os tendréis que enfrentar una vez den las diez y tengáis que volver a casa, cada uno por su lado. Si hay algo bueno del amor es que funciona como escudo de lo Fatal que temía Rubén Darío, de la vida misma. En esos instantes secretos para el resto del mundo, os sentís muy vivos pero mismamente podríais estar muertos; da igual.

Ahora sólo existe el sol, la brisa, vuestras manos entrelazadas, su risa, sus ojos, tu corazón latiendo con fuerza, recordándote que estás viva.

Ojos Claros

Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿Por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a quien os mira,
No me miréis con ira,
Porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentosos rabiosos!
Ojos claros, serenos
Ya que así me miráis, 
Miradme al menos.
Gutierre De Cetina

6.12.2013

El túnel de la montaña rusa

En la montaña rusa de la vida hay altibajos; todo va a máxima velocidad, aunque lamentablemente parece que los instantes en los que rozas el cielo pasan más deprisa que aquellos momentos de las vías en los que puedes rozar la hierba. En cualquier caso, todas las montañas suben y bajan; pero algunas tienen túneles.

Angustiosos momentos en los que la luz se apaga, y no te da tiempo a mirar hacia atrás porque la violencia de la inercia ejercida por la velocidad te lo impide; cuando miras hacia adelante, sólo ves oscuridad. Una oscuridad aterradora por la que te ves arrastrado a la velocidad de la luz sin poder hacer nada por remediarlo; te mueves y no sabes hacia dónde. Después de lo que han parecido kilómetros y kilómetros de vías, traqueteo y emociones rebosantes de adrenalina, llegas a la temible oscuridad y todo parece estancarse de nuevo. El frío cala en tus huesos y se te pone la piel de gallina a la vez que te recorre un escalofrío por la espalda. Porque no ves la salida.

Y ni siquiera sabes por qué hay un túnel; ¿qué propósito tiene? Se supone que ésta es una atracción al aire libre, es contraproducente techar una parte del recorrido. Pero quizá sea así como funcione la vida, ¿no?; pensamos cosas, tomamos decisiones y llevamos a cabo acciones que realmente no nos llevan a ninguna parte. Y, el caso, es que generalmente lo sabemos; sabemos que no sirve de nada meterse en un túnel, pero aun así lo hacemos. Y luego dicen que somos la especie desarrollada.

Con todo, es un túnel. Así que por muy largo, oscuro y abrumador que sea, sabes que, tarde o temprano, acabarás saliendo de él. Algún día.